Algunos días, como hoy, intento reflexionar hasta qué punto me he adaptado al esquema de gestión clínica, qué ha ganado el paciente con ello, y qué área de mejora se extiende delante de nosotros.
Hace veinte años, al comenzar mi periplo de sénior, todo era entusiasmo por la excelencia médico-científica y comenzar a generar conocimiento. El mundo de la diabetes cambiaba a gran velocidad tras la publicación del DCCT y el UKPDS y, del mismo modo, cambiaba el tratamiento antihipertensivo e hipolipemiante. Los datos estaban ahí, y eran robustos. Tu actividad estaba sostenida sobre una base científica. Cada receta, cada informe tenía un sentido. Cambiabas la historia natural de los pacientes. Y ellos lo notaban. Y muchos lo agradecían. Fue una época de gran belleza, no me cabe la menor duda.
Pero…
Pero no era fácil manejar una cohorte de excelencia – o de pretensión de excelencia -, cuando el Sistema de Salud tenía otras – lógicas – prioridades, como la accesibilidad y las listas de espera. Para nuestra desilusión, sacrificamos áreas de conocimiento y actividad a favor de la agenda. Se organizó el Plan Andaluz de Diabetes, sus flujos y sus prioridades. Sobre el papel, el diseño era excelente. Y el papel de Endocrinología en diabetes tipo 2 – la más frecuente – consistía en una intervención puntual: atención a la descompensación, fundamentalmente. Mis compañeros de primaria atenderían el resto. Allí fueron, de alta, nefropatías y enfermedades cardiovasculares estabilizadas con toda la dificultad del mundo.
La situación actual, respecto a un problema crónico y complejo, es que soy un mecanismo de entrada y salida, y rápido. El paciente con diabetes tipo 2 me llega, se evalúa, lo trato como buenamente puedo, y vuelve de alta con unas recomendaciones a mis compañeros de primaria. Que me pregunto cómo se las apañan con pacientes relativamente jóvenes con esa carga de medicación y de complicaciones en esquemas asistenciales de cuarenta pacientes diarios – y más, con frecuencia -. No sé. Llega un momento en que me planteo si es mejor no saber. No sé cómo aguantan – los pacientes y los médicos de primaria -. Para hacerles un monumento a cada colectivo. Ahí les mando un saludo.
@frelimpio