Comenta hoy Román Orozco en El País si los funcionarios son intocables y si la defensa de sus intereses es insolidaria y corporativa. Léanlo ustedes y a cada cual sacar sus conclusiones.
Yo creo que los hechos contestan sobradamente al titular. Porque ya nos han tocado. Y, con lo que está cayendo, mucho más que nos van a tocar. Y no sólo en lo económico. En cosas más sutiles y que van por delante de los dineros. En el prestigio y la honra, por ejemplo. Porque si Román Orozco habla de funcionarios, a todo el mundo se le viene a la cabeza un chupatintas de tal o cual consejería con horarios laxos y que siempre está tomando café cuando se le busca. Pero no se asocia la idea con el intensivista que se hará cargo de su hijo a las cuatro de la madrugada de un sábado tras sacarlo de la chapa del coche donde se ha estrellado pasadito de todo. Y del equipo de emergencias que se ha desplazado allí en minutos y ha sacado al nene con mimo para que salga – si es posible – sin secuelas neurológicas. Todo un conjunto profesional del que se dispone, al que se insulta o agrede con frecuencia, cuyos sueldos se quedaron chicos en las vacas gordas y se venían compensando a ochavos y cuartos. Para aplicarles una rebaja sustancial – cuando había otras posibilidades – empleando a voceros como Orozco para jalearlo a la población.http://cort.as/1lWp