El tirano no tiene dónde ir, pero aún le queda mucha fuerza para resistir. El pueblo tampoco tiene dónde meterse, sólo le queda la fuerza de la desesperación para seguir viviendo y luchando. Nadie de fuera se arriesga a intervenir. La sangre sin petróleo u otro recurso no es rentable. Se demostró en Rwanda. Más de ochocientos mil cadáveres nos acusan. Sólo nos queda esperar y ver hasta que el espectáculo diario del salvajismo no nos afecte o, directamente, apagar la tele o la radio e intentar no leer noticias. Y los rusos están empezando…