Podrá faltar la prueba o la sentencia definitiva. Podrá el PSOE escudarse en esto o en lo otro. Podrán millones de votantes seguir votándolo por idealismo, resignación. inercia, interés, clientelismo o puro miedo a un cambio de manos en el gobierno de la Comunidad. Pero es difícil, muy difícil a estas alturas engañar o engañarse. El socialismo andaluz se transformó en una inmensa máquina de atrapar y desviar fondos públicos en provecho propio o próximo, acabando con lo de cien años de honradez. Que lo quieran relativizar con los escándalos peperos de Madrid y Valencia para seguir agarrados a la teta no les proporciona una sola brizna de legitimidad moral. En política, no pueden esperar a la pureza de la prueba inculpatoria ni al garantismo del derecho procesal. “La mujer del César debe estar por encima de toda sospecha”. Pues aquí, el pueblo es el César y los políticos, su mujer. Y perdonen por el sexismo. Pero viene a cuento.