Crisis y castigo, parafraseando a Dostoievsky. Zapatero asumió y se llevó los palos de la crisis – había mucho más -. Sarko quiso evitarlo y azuzar la política del miedo: «¡Ved lo que ha hecho el demonio sociata con España!» Le faltó, para ser justo, añadir la trayectoria del payaso sexoadicto italiano o la quiebra provocada por sus correligionarios griegos. Sin embargo, nada está dicho para la segunda vuelta. Poco previsible será el comportamiento del elector de extrema derecha. Simplón, patriotero y xenófobo, sueña con una Francia de antaño, imperial, blanca y tranquila – ¿Era así realmente? -. Sarko está ahora cavilando los guiños que hará desde ahora a este electorado. Es difícil que Hollande pueda arañar votos ahí; para hacerlo hay que sostener un discurso anti Europa y anti Merkel. Poco responsable, en suma. Sarko es capaz de todo. Hollande tal vez no. Ésa es la diferencia. ¿Sabra apreciarla el pueblo francés?
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