Estimada Concha;
Enhorabuena por tu artículo de este finde en El País sobre el andaluz y los pinganillos (http://www.elpais.com/articulo/andalucia/pinganillo/andaluz/elpepuespand/20110122elpand_5/Tes). Además de acertado, sentido. Bonito, en una palabra. Me ha hecho sentir ridículo. Verás, como buen sevillano, no supe de la existencia del sonido zeta hasta bastante mayor. Vamos, que decía Ssaragossa. Lo evidenció un profe de inglés – don Ricardo Lacárcel – al intentar enseñarme a pronunciar «Thank you» («zank yu»): yo decía «ssank yu» sin remedio. La escena fue cómica. «Niño, como Zaragoza». Y yo repetía convencido: «Ssaragossa!!!» Carcajada general en la clase.
Lo peor del caso es que, cuando crecí, por el complejo de inferioridad, intenté hablar fino. Resultado: la mezcla de zetas y eses sin orden ni concierto. Decir zusezión en vez de sucesión y cosas así. Y todo porque mi habla era inferior: era el habla de los humoristas, los chistes, los payasos, los catetos, los analfabetos… Para ser tomado en serio había que hablar «fino».
La verdad es que artículos como el tuyo se agradecen. Pero ahora me obligas a aprender a hablar bien otra vez… A hablar como mi madre y mi padre. A hablar como cuando tenía diez años y decía Ssaragossa…
Gracias, Concha.
Federico.